¡Los pequeños gestos no existen!

Salida a la costa de Le Marin en Martinica para hacer pruebas tras modificaciones

Los plásticos de un solo uso son una de las amenazas medioambientales más preocupantes del mundo. Lamentablemente, el progreso para frenar esta amenaza es demasiado lento. ¿Qué podemos hacer? ¿Debemos rendirnos? Desde luego que no...

¿Conoce el efecto lupa?

Se trata de ese fenómeno, destacado por los algoritmos de las redes sociales, que le da la ilusión de que un tema que le interesa especialmente (en este caso, para mí, la lucha contra la contaminación por plásticos en los océanos) se ha convertido de repente en EL tema del que todo el mundo habla, el que ocupa los titulares de los medios de comunicación y acapara la atención del mundo entero.

Se trata de un efecto de incremento que limita su campo de visión y distorsiona su percepción de la realidad.

En los últimos dos o tres años, los defensores del medio ambiente han tenido la impresión de que la lucha contra la contaminación por plásticos en los océanos se estaba convirtiendo en una auténtica prioridad política mundial. Que ningún Estado, ninguna institución internacional, ninguna empresa, ningún consumidor dudaba de la urgencia de las medidas a tomar para preservar el Océano y no cuestionaba el hecho de que estas medidas debían ser drásticas. Entre el One Ocean Summit , el World Ocean Summit, las conferencias Our Ocean, el Congreso Mundial de la UICN, las últimas COP sobre el clima y la biodiversidad, y el inicio de las negociaciones para un Tratado internacional en contra de la contaminación por plásticos previsto para 2024, las iniciativas y los compromisos han tendido a multiplicarse en los últimos meses. Algunas personas pueden haber caído en la tentación de creer que «ya está, las líneas se mueven, el progreso se acelera, lo hemos conseguido. Vamos a cerrar el grifo del plástico desde la fuente y a abordar de frente el tema de la restauración de los ecosistemas marinos”.

Un estudio de la fundación australiana MINDEROO, publicado en enero de 2023, se encargó de recordarnos la triste realidad. El titular era: «Los residuos de plástico de un solo uso aumentaron de 2019 a 2021 a pesar de los compromisos asumidos».

En dicho estudio se afirma que la producción de plásticos contaminantes de un solo uso aumentó a 6 millones de toneladas al año entre 2019 y 2021 a pesar de tener una normativa mundial más estricta, y que los productores han “avanzado poco» para abordar el problema e impulsar el reciclaje. Aunque el crecimiento se ha ralentizado durante el mismo período, la producción de plásticos de un solo uso a partir de fuentes vírgenes de combustibles fósiles aún está lejos de alcanzar su pico, y el uso de materias primas recicladas sigue siendo «marginal en el mejor de los casos», según el estudio. De acuerdo con los investigadores, en 2021 se produjeron unos 137 millones de toneladas de plásticos de un solo uso a partir de combustibles fósiles, y se espera que esta cifra aumente en otros 17 millones de toneladas de aquí a 2027.

Según este otro índice, el año pasado se produjeron 380 millones de toneladas de plásticos, ¡el 50% de las cuales se destinaron a productos de un solo uso!

La conclusión es que la crisis de los residuos plásticos empeorará mucho antes de que veamos un descenso absoluto del consumo de plástico virgen de un solo uso, entre un año y otro.

Sin embargo, estos plásticos de un solo uso se reconocen hoy en día como una de las amenazas medioambientales más preocupantes del mundo. Grandes cantidades de residuos se entierran en vertederos o se incineran. Casi un tercio (32%) se vierte sin tratar en la naturaleza, ríos y océanos. Las consecuencias para la biodiversidad, la salud, la economía y el calentamiento global son dramáticas.  

Hace unos días, el cadáver de un gran cachalote apareció en una playa de Hawai. El animal medía 17 metros y pesaba 54 toneladas. La causa de su muerte fue que tenía el estómago lleno de residuos plásticos. Los objetos extraños obstruyeron su sistema digestivo y el animal no pudo alimentarse. Murió de hambre.

En diciembre, millones de gránulos de plástico llamados «lágrimas de sirena» ensuciaron las costas de Vendée, de Loire-Atlantique y de Finistère. 230 000 toneladas de estos gránulos acaban cada año en el mar a causa de contenedores perdidos.

En enero, Brasil hundió el antiguo portaaviones Le Foch, un paquete tóxico de 30 000 toneladas lleno de metales pesados, amianto, PCB, mercurio y sustancias altamente tóxicas para la vida marina. Un verdadero crimen medioambiental…

¿Entonces qué? ¿nos desanimamos? ¿Nos decimos a nosotros mismos que no tiene sentido luchar?

Por supuesto que no. En realidad, la lucha no ha hecho más que empezar y es ahora cuando debemos, más que nunca, ser creativos y estar en primera línea.

Ante la amplitud del fenómeno de la contaminación plástica, que, lejos de debilitarse, no hace sino intensificarse, nos negamos a rendirnos y resignarnos. Ceder al inmovilismo, afirmar que todo lo que se puede intentar para frenar este flujo ininterrumpido de residuos es irrisorio, es hacer un lecho de la eco-ansiedad. Nos negamos a ceder al fatalismo.

En el fondo, ¿Realmente podemos elegir?

¿Qué les diremos a nuestros hijos cuando el último kilómetro de playa libre de basura sea sólo una postal? ¿Cuando muera la última tortuga asfixiada por el plástico? ¿Cuando veamos más basura flotando que peces nadando? ¿Cuando nos repugne la sola idea de tragar mariscos, nadar en él, navegar en él? ¿Cuando hayamos desregulado los ecosistemas oceánicos, su capacidad de absorber carbono, regular el clima, proporcionar oxígeno?

¿Les decimos que carecíamos de la influencia, las ideas o la voluntad para liderar la lucha por preservar los océanos? ¿Que la tarea parecía inútil? ¿Que dudábamos de la importancia de los esfuerzos individuales y de la sociedad civil para hacer frente a la amenaza? ¿Que no estábamos seguros de poder salvar los mares con «pequeños» gestos? ¿Que pensábamos que correspondía principalmente a los Estados y a las grandes empresas hacer un esfuerzo? Peor aún, ¿que pensábamos convenientemente que sólo bastaban las grandes medidas estatales o transnacionales para 2040 o 2050?

No hay gestos pequeños cuando hay miles, millones de personas haciéndolos. No hay acciones inútiles.

No nos equivoquemos: la movilización de los poderes públicos y de los responsables políticos y económicos es esencial y debe traducirse rápidamente en decisiones y acciones a corto plazo. Pero es nuestra responsabilidad colectiva el apoyar y amplificar las iniciativas de la sociedad civil, sin esperar. Cuando los ciudadanos y las ONG impulsan iniciativas, mientras los resultados estén ahí, todos debemos movilizarnos para amplificarlas.

Dejemos de oponer lo curativo y lo preventivo, la acción concreta y los cambios de hábito. Estos son complementarios y se alimentan mutuamente: gracias a las operaciones de recogida, en el mar o en tierra, fomentamos también la movilización y la concienciación. Necesitamos victorias que marquen un hito en la batalla a largo plazo contra la contaminación por plásticos.

Desde 2016, nuestro equipo de THE SEACLEANERS lucha en todos los frentes, sin titubeos, sin evasivas. Nuestro lema no ha cambiado: pasar a la acción, encontrar soluciones, negarnos a rendirnos. Simplemente hacemos acto de resistencia.

Hemos decidido actuar de forma concreta e inmediata, una y otra vez, aprovechando todos los medios disponibles. Todos ellos son frentes de lucha contra la contaminación por plásticos en los océanos: los desarrollos del MANTA, el despliegue de las MOBULAs, las actividades de recogida y los eventos de nuestros voluntarios, el compromiso de nuestros patrocinadores, las operaciones de sensibilización, la divulgación científica, la presencia visible en los grandes eventos internacionales, la movilización ciudadana a través de las redes sociales, etc.

Los equipos de The SeaCleaners trabajan sin descanso para hacer de la asociación un actor completo y polivalente de la limpieza de los océanos. El camino recorrido desde hace 6 años es impresionante. ¡El camino que queda por recorrer lo es aún más!  

ES GRACIAS A USTED, A SU APOYO MORAL O FINANCIERO, QUE PODEMOS DEFENDER ESTA FILOSOFÍA. GRACIAS POR SU CONTRIBUCIÓN, SU RESPALDO, SU COMPROMISO CON NOSOTROS. GRACIAS POR CREER EN ELLA Y LUCHAR CON NOSOTROS. 🌊
                    PRESIDENTE Y FUNDADOR DE THE SEACLEANERS